The Purge: la «happy hour» para criminales.

Resulta que el Gobierno americano, para mejorar la economía y disminuir el desempleo, no ha encontrado mejor forma de conseguirlo que permitiendo a los ciudadanos,  cometer cualquier tipo de acto criminal una noche al año. Esto ¿qué supone? Que los pobres indigentes van a ser los peor parados de esta historia. Aunque para aquellos que sean rencorosos, envidiosos y cualquier pecado capital que se os ocurra, la noche de la purga (así la bautizan), será su noche. Podrán cebarse con todo aquel “que se deje” hasta el punto de poder hacerlo desaparecer del mapa.

Pero esta historia se centra en una familia en concreto (qué sorpresa ¿no?). Formada por el padre (Ethan Hawke) que resulta ser empleado estrella de una empresa de seguridad para casas (vaya, qué casualidad), la madre (Lena Headey), la típica ama de casa de urbanización preocupada en los adolescentes de sus hijos: un niño un tanto hipocondríaco y una jovenzuela que sólo piensa en besuquearse con su novio. Hasta ahí, todo parece normal. Hasta que cae la noche y llega la hora de atrincherarse, activar todas las alarmas y sacar el armamento, por lo que pueda pasar. La familia intentará pasar la noche como una más, aunque un improvisto, un hijo tonto y un grupo de tarados asesinos,  harán que salten las alarmas y se produzca un «pequeño» fallo en el sistema de seguridad de la casa. Qué mala suerte, justo esa noche…

La primera vez que supe de esta película, me emocionó bastante la idea principal, macabra donde las haya e irreal. Justo,  dos básicos por mi amor al género del suspense y del terror sinsentido (sí, hay terrores que tienen mucho sentido).

No suelo ser muy exigente en cuanto a películas de terror, pero ya no me cuelan bazofias del tipo Paranormal Activity, que el único terror que me aportan, es observar la disminución que se ha producido en mi bolsillo por su culpa. Entré al cine entusiasmada, aunque con miedo, ya que la productora era la misma que Paranormal, y ya me temía lo peor, secuencia tras secuencia y que no ocurriera absolutamente nada. Pero no, entretenida es un rato. Imposible aburrirse.

Lo mejor: que una ley tan macabra y retorcida la haya creado el propio gobierno por el bienestar de su país.

Las máscaras, porque provocan una escalofriante mezlca entre pánico e inquietud. (Me río del tipo de Scream)

Lo peor: el final. El guión daba para un final más currado. Podrían haber estirado unos minutos más (85 minutos de metraje) y que tuviera un final como dios manda. Da la sensación que los guionistas habían quedado esa noche de copas, y tomaron el camino más rápido y más previsible para acabarla. Una pena.

¿Qué pasa con Ethan Hawke?   ¿Acaso tiene promociones 2×1 en pelis de terror? ¿está de oferta? está bien que le saquen partido, pero tengo la sensación de estar viendo siempre al mismo padre que intenta proteger a su familia de constantes ataques. Pobre, debe acabar hecho polvo, venga todo el día intentando salvar familia tras familia. (Véase Sinister)

Semejanzas: me recuerda en cierto sentido a varias películas. La primera que me viene a la cabeza, Funny Games (horrible) por el manido tema sobre el acoso y asalto a una familia en su propia casa (podría pasarme la noche enumerando películas así) y la otra, también por macabra y destartalada, Battle Royale, la original y pionera versión de los Juegos del Hambre, porque parece que  aquel que no sea poseedor de un arma, será eliminado en cuestión de segundos.

Conclusión: me ha gustado, ha cubierto mis expectativas, me ha entretenido, me ha puesto nerviosa y a ratos, me he angustiado. Es una más, pero por lo menos pasas un rato de lo más ameno.

Es la noche ideal para dirigirte a la casa del profesor aquel que te suspendió la última asignatura de la carrera con un 4,8.